
El Sábado por la mañana me dediqué al noble arte del martillo, la escarpa, el coarrugado, el yeso, los cables y demás herramientas. Por la tarde vinieron de Telefónica y me instalaron el teléfono. El instalador se portó muy bien y en vez de ponerme el cajetín "donde mandan las leyes" a 1,20 m de altura me lo puso a 25 cm con lo cual no se va a ver. Por la tarde-noche vino desde Holanda una estudiante de intercambio y nos la llevamos de marcha por el barrio gótico y a una fiesta ilegal en un piso, la tía se lo montó con un par de colegas (uno detrás del otro). Al día siguiente paella en Vilanova y un helado en Paseo de Gracia, buen rollito. Me he pasado medio finde hablando en Inglés que lo tenía bastante oxidado.